Antón Uriarte explica como, de Zapatero a Rajoy, no domínio da produção de energia eléctrica, pouco ou nada mudou. Lá como cá, de Sócrates a Passos Coelho:
Los parques eólicos erigidos durante la era de las burbujas en los campos de España se vieron acompañados de la construcción de centrales de gas de ciclo combinado ... (que se encienden rápidamente cuando no hay viento y nos evitan tener que soplar, como en el chiste).
Esta estrategia duplicó las inversiones y provocó un exceso de oferta eléctrica, lo que acabó resultando en que la potencia instalada en España sea hoy muy superior a la necesaria. El gran impulso a las energías renovables, sin embargo, se basó en una presunta escasez y en presentar a las tradicionales —los combustibles fósiles— como energías agotables. Las inversiones fueron enormes (...)
Los combustibles fósiles, sin embargo, no se agotaron y sus precios no subieron demasiado. Esto llevó al gobierno, basándose en las directrices de Bruselas, a seguir una política económica de apoyo a las renovables frente a las demás, presentándolas como el mejor freno al supuestamente sucio y nocivo dióxido de carbono.
La política de Zapatero se prolonga hoy con Rajoy, que hace lo posible para que no se desplome el tinglado montado de ecología y de prebendas de unos y otros. El resultado es una electricidad cara y que va a más. No sólo para los hogares, también para las industrias. La electricidad industrial en España es la séptima más cara de Europa. A este paso alcanzaremos el de las que lo tienen más alto, el de las islas de Chipre y Malta.
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